martes, 12 de julio de 2016

'Una entre muchas' y el porqué del disfraz

Hay quienes soñaban que las perseguían, como en los cuentos que les leían de niñas. Otras, en cambio, soñaban que estaban encerradas en una caja de cartón de la que no podían salir. 'Una' sueña que algo está bajo la cama o en el armario, «pero seguí sin contarlo».

Todas las mujeres víctimas de un abuso sexual o de una violación han tenido pesadillas durante largos periodos de tiempo o para siempre. Cuando hace meses empecé Una entre muchas no imaginé que tardaría tanto en terminarlo. No es un libro denso, se lee rápido, es ligero. Podrías devorarlo de una sentada, pero no creo que te gustara.


 Hay libros que cuesta leer por lo que cuentan y a los que en un punto de la lectura apetece meter en el congelador, dejarlo reposar hasta que estemos preparados para continuar, y entonces sacarlo de nuevo. No llegué a hacerlo, pero no me faltaron ganas.

'Una' es la extraordinaria autora de cómics que ha dibujado y narrado esta obra. Cuenta con la seguridad —y la inseguridad—  que da el género autobiográfico, en el que no hay disfraz posible. La niña menuda que se va transformando a lo largo de la historia adopta el disfraz de la que le gustaría ser porque la identidad la perdió cuando la violaron.

A 'Una' no la creen nunca, primero porque durante años no es capaz de contar lo que le pasó, y segundo, porque cuando lo contó todos miraron para otro lado. Cuando habla con los psiquiatras a 'Una' le da la risa, no porque le haga gracia lo que dice, sino porque ni ella misma parece sentir que aquello haya pasado alguna vez, es tan irreal y extraño. La risa no está permitida en el mundo adulto de psiquiatras, así que 'Una' sigue su vida. Una vida en la que se castra a las mujeres.

'Una' va recomponiendo su cuerpo a duras penas y los miembros acaban conformando una mujer que no reconoce. A veces es trocitos de ella misma, una muñeca recortable. A medida que la vida de 'Una' pasa, el asesino de Yorkshire irá matando mujeres en Inglaterra, donde vive 'Una'. Estamos a finales de los años setenta.

Los hombres que viven en el mundo del asesino de Yorkshire y de 'Una' no investigan con suficiente interés y profundidad los crímenes sexuales ni los ataques a mujeres porque creen, erróneamente, que son solo cosas que les pasan a las prostitutas y no a mujeres decentes. La misoginia y el motivo de tales asaltos no se tiene en cuenta en aquellos años y esto ralentiza los castigos de la justicia a los hombres brutales.

Siempre preguntan primero los hombres del mundo de 'Una' qué ropa llevaba la mujer atacada sexualmente —se lo preguntan a ella— y si consintió en acompañar a aquel hombre, si lo hizo voluntariamente. Si la respuesta es «falda corta» y «sí» a estas dos cuestiones, la cosa está clara, no hay que indagar demasiado, deberían haberse quedado en casa como buenas chicas.

Una entre muchas es la historia de todas las mujeres porque no solo cuenta el acto de la violación, del que apenas algunos trazos y viñetas dan testimonio, sino el de la opresión a  la que cada día nos vemos sometidas las mujeres. A finales de los años setenta era mucho peor, pero no se han acabado las inseguridades y los miedos. Cuando 'Una' cuenta lo que le sucedió oye comentarios como lo valiente que ha sido, y entonces se pregunta: «por qué se espera que las mujeres y niñas de este mundo tengan tanto valor».

Aprender a ocultar y a mentir, a no decir lo que realmente se piensa, es algo que nos han inculcado a las mujeres desde hace generaciones. Es producto de una educación y de una historia que viene de antiguo y sobre la que 'Una' reflexiona en este cómic. Su superación está en esta historia, aunque ella confiesa que escribirlo no fue terapéutico pero sí liberador. Con valentía es capaz de desmenuzar sus emociones y de contarnos que ha estado años callada no por miedo, o no únicamente, sino por cansancio, porque lo que la rodeaba hacía que pareciera que lo que le sucedió no hubiera sucedido o no fuera nada que no se hubiera buscado de algún modo.

No es casual el paralelismo de su vida entonces con los asesinatos del Destripador de Yorkshire, pero nadie querrá hacer esa comparación y dirá siempre que no es lo mismo, que por qué hacer una montaña de un granito de arena. El granito de arena es 'Una', soy yo, eres tú, que lees esto.

Meted el libro en el congelador si lo necesitáis mientras disfrutáis de esta joya gráfica, pero leedlo. Dejadlo un tiempo ahí, a ver si cambian, quién sabe, los gestos, las osadías, las leyes, algunos hombres.

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