miércoles, 23 de abril de 2014

Días de libros y confesiones

Para mi madre, porque hoy es su cumpleaños.

El Día del Libro ha amanecido bonito en Madrid. En un día como hoy no podía dejar de hacer una reflexión en mi espacio de escritura sobre los que escriben y para los que leen.

Hoy me levanto nerviosa y apasionada, pensando en leer, leer y no dejar de hacerlo. Vivir leyendo, leer para vivir, porque sin la lectura no puedo imaginarme el mundo ni en él.

No he hablado demasiado de poesía a lo largo de mi vida, no he escrito sobre ella todo lo que me gustaría. Ni sobre la de otros ni sobre la mía porque quizá me parece un terreno privado más allá de la literatura que toca casi el alma y nos desnuda frente al resto. No es posible escudarse tras la poesía pero  creo que sí tras la prosa.


Estos días de centenarios, aniversarios, muertes de grandes escritores, celebraciones literarias varias, me pregunto cómo sería el mundo sin poesía. Ella está ahí, a cada paso, y nos ayuda a entender el mundo. Y cuando leemos a algunos de los mejores poetas sentimos que dicen lo que pensábamos del modo más maravilloso.

No puedo concebir estar a la altura de los grandes. Humildemente intento, mientras relleno cuadernos y cuadernos con mis versos, explicarme el mundo a mi manera, con mis palabras. En eso consiste para mí la poesía. Y algunos de los poetas que adoro lo hacían y lo hacen así. Observadores de la realidad, de los sentimientos que nos afectan. En estos versos de García Montero, por ejemplo, quién no se ve:

Yo sé
que el amor tiene letras diferentes
para escribir: me voy, para decir:
regreso de improviso. Cada tiempo de dudas
necesita un paisaje.


En este sentido, las palabras de Ángel García en Apuntes para una poética, resumen perfectamente la idea de contar lo vivido, la tarea del poeta: "Partir del mundo, de esto que estás pisando ahora, con el breve, brevísimo equipaje que da la observación y la experiencia. No hablar nunca de oídas. Convéncete del todo: en poesía lírica lo que no es autobiografía es sólo plagio".


Antonio Colinas en Una Poética, lo describe así: "La poesía es para mí una vía de conocimiento. Es decir, un medio para sentir, interpretar y valorar la realidad (…) La poesía es también algo estrechamente unido a la vida, a  la experiencia de ser, al viaje exterior e interior de cada creador. No concibo un mundo sin poesía y no concibo, por ello, que no vaya estrechamente unida a la experiencia cotidiana".

La poesía nos sitúa en un punto de clarividencia de nosotros mismos y del mundo que a veces es insoportable, los sentimientos a flor de piel, y hay que tomarse un descanso, de su lectura y de su escritura. La poesía me produce melancolía y a veces me abre tanto y me motiva hasta tal punto que siento que estoy leyendo filosofía, historia y vida. Tan unidas todas las disciplinas, tan claro de repente el mundo. A algunos poetas me dan ganas de gritarles que les entiendo, a los cuatro vientos y al mundo. No puedo evitar incluir a Luis Alberto de Cuenca, que me perturba, y con esto termino:

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
"Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno".


Regalad un libro hoy, a quien sea, amigo, amante, desconocido; poesía, prosa, teatro… Todo vale. Un Día del Libro sin libros puede ser muy triste.












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