martes, 13 de mayo de 2014

A propósito de los libros que nos leían

Mi recuerdo de una lectura en voz alta de otro para entretenerme a mí es solo de los periodos de enfermedad en la niñez. No tengo en mi memoria más que esos extraños momentos en los que nos envolvían las sabanas, la fiebre, o ambas, y una voz amiga, de un familiar o amigo, nos arrullaba hasta caer en el sueño de nuevo, y apaciguaba así nuestro padecimiento.

Anoche asistí al teatro dispuesta a entregarme a un momento de escucha de la lectura de uno de mis clásicos favoritos, la gran novela española La Regenta, de Clarín, el Leopoldo Alas que humildemente se dirigía en misiva a Galdós para ponerle al tanto de su iniciativa de hacerse novelista y para contarle que tenía escrita esta magnífica obra que en su momento no fue apreciada como debiera.

Independientemente de las injusticias de la crítica a lo largo de la historia, de esa pérdida momentánea del sentido por parte de los contemporáneos de un autor para saber ver la genialidad (sí la vio Galdós, por cierto), lo que me llamó la atención ayer fue estar ante un actor escuchando únicamente. Cerré los ojos en muchos momentos y no por sueño sino por intentar captar el placer de la niñez entre las sábanas mientras escuchaba leer una de mis obras favoritas. Los textos de niña no pasaron de unos pocos cuentos de Andersen o Grimm. Pero oír de boca de Emilio Gutiérrez Caba el texto de Clarín fue más de lo que podía esperar.

Delicioso, acertado, nada exagerado, comedido en el tono, en el énfasis en los momentos más interesantes del texto, nos llevó de la mano a la Vetusta que duerme la siesta provinciana eterna y que acaba condenando a Ana Ozores por su adulterio. La Vetusta de anoche, que se me pintó aún más oscura y desabrida que como recordaba.

Me enamoraron de nuevo las palabras del gran novelista, esas frases armoniosas, demoledoras a veces en las detalladas descripciones de la ciudad y de sus hipócritas habitantes producto de una época pacata y hostil.

Volver a la escucha de la lectura de otros a través de La Regenta te hace comenzar la semana con mejor ánimo. Pocos momentos artísticos tan deliciosos he vivido en la capital. Creo que la iniciativa de la RAE de sacar a la calle las grandes obras de la literatura española leídas por grandes actores ha sido un acierto de lo más placentero.


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