Es de los pocos autores de los que únicamente he leído dos
obras, y no las dos me importaron. Ahora, ha decidido dejar de escribir y esto
me lleva a reflexionar sobre esa, de las novelas que escribió, que me dejó
huella.
Con la Pastoral
americana de Philip Roth me derrumbé y me entregué ya plenamente a la
narrativa norteamericana, que me había venido rondando desde El periodista deportivo y El Día de la Independencia de Ford y Corre, Conejo de Updike. Con ellos y los
relatos siempre imprevisibles de Carver y de Cheever, con quien me volví loca
por la vida americana de los 50 que no nos habían contado, ya sí decidí que
había de leerlo todo sobre este grupo de escritores que yo misma había creado
sin querer, hacia los que tenía una serie de prejuicios por ser, simplemente,
norteamericanos.
La lectura de Pastoral
americana me pilló en uno de esos momentos en los que la percepción nos
hace leer lo que cae en nuestra manos de un modo peculiar, como si pudiéramos
vernos a nosotros mismos dentro de la obra que hemos elegido. Para que esto
ocurra, además, ha de darse otro hecho, y es que la obra sea de gran calidad
literaria.
La novela de Roth me invadió de emoción por la prosa y lo
narrado, una de esas tramas inolvidables de la que no quiero decir casi nada
por no desvelar la emoción que contiene y que el autor crea de un modo
ejemplar.
La estructura de la novela sorprende por lo insólita, pero
enseguida nos acostumbramos y entendemos no solo la forma de plantear la
historia sino también el ritmo que a ratos queremos acelerar para llegar al
final antes de tiempo. A pesar de su extensión, la novela se lee deprisa. La
recomiendo para una de esas semanas de jornada intensiva -que a algunos nos
otorga la llegada del verano- después de una buena siesta.
No podréis dejar de
querer saber cuál es el dolor de este padre americano cuya hija pertenece a una
generación confundida, desecha antes de empezar a ser adulta. Es, como todas
las grandes novelas, una reflexión sobre el mundo: amor, dolor, la existencia
del ser entre estos dos polos, la vida…
No hay comentarios:
Publicar un comentario